El peligro de considerar sólo criterios económicos a corto plazo

Hace sólo unos años, los departamentos de RRHH centraban buena parte de sus esfuerzos en motivar a su personal. La retención de talento no era una preocupación, era una obsesión. Esa situación nos llevó a pensar que, mimando a nuestras plantillas, nos serían fieles por el resto de sus vidas. En esos tiempos, hablábamos de los trabajadores como "clientes internos". ¿Os acordáis? El tiempo ha demostrado que nos equivocamos. Los profesionales trabajamos por dinero y cuando otra empresa nos pagaba más (en muchas ocasiones demasiado) nos marchábamos. Esta situación parece ya muy lejana y casi olvidada, pero de eso hace unos cuatro años.

Hoy en día nuestra obsesión es reducir costes. Los cambios socioeconómicos nos han llevado a pensar en el corto plazo para sobrevivir y eso supone una postura totalmente opuesta a la que teníamos anteriormente. Es posible que la supervivencia no nos deje elección en algunos casos, pero no en todos. Además, debemos plantearnos si estamos recortando donde verdaderamente tenemos que recortar. El trabajador no sólo ha dejado de ser un cliente interno sino que ahora creemos que debe entenderlo todo sin darle demasiadas explicaciones. Esta situación está generando trabajadores insatisfechos y desilusionados.



Es un momento de decisiones importantes y delicadas que sabemos de antemano que van a dejar a un porcentaje importante de plantilla descontenta, pero si no nos preocupamos de minimizar esa insatisfacción, de dedicar un tiempo a explicar los motivos de cada decisión, el porcentaje de insatisfechos crecerá enormemente y hoy en día los trabajadores insatisfechos suponen un problema grave porque, en muchos casos, no pueden abandonar la empresa. Seguirán cobrando a final de mes pero su productividad será muy inferior, repercutiendo directamente en la rentabilidad de los procesos.

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