Cuando el candidato es nuestro cliente

La selección de personal ha cambiado mucho en los últimos años, principalmente como consecuencia de la crisis económica. Parecen ahora muy lejanos aquellos tiempos de pleno empleo, candidatos muy exigentes con las condiciones, masificación de los procesos, técnicos de selección que peleaban hasta el último currículum, etc. Había muchas más ofertas por cubrir y muchos menos candidatos entre los que poder elegir.

En relativamente poco tiempo, la tortilla ha dado la vuelta y ahora hay pocas ofertas y muchos candidatos para cada una de ellas. Algunos de esos candidatos están dispuestos prácticamente cualquier cosa para conseguir un empleo y los procesos de selección masivos son una anécdota. Es posible que buena parte de los candidatos disponibles no cumplan con muchos de los requisitos de la oferta, pero en cualquier caso tienen una actitud muy diferente frente al trabajo a la que tenían hace sólo unos pocos años.

En este nuevo paradigma, podemos caer en un error: dejar de tratar de forma excelente a nuestros candidatos, tanto si son seleccionados como si no. Es cierto que por la ley de la oferta y la demanda, el valor del candidato en sí mismo ha caído. Tener más de algo hace que subjetivamente lo valoremos menos, aunque eso no significa que realmente valga menos.

En cuanto nos cae en la mano el currículum de alguien no deberíamos olvidar nunca una serie de aspectos:
  1. Ese currículum representa a una persona que está buscando empleo.
  2. Si finalmente acabamos contratando al candidato, la primera imagen que tendrá de la organización es la que le hayamos dado durante el proceso de selección.
  3. Además, tendrá ya una imagen hecha sobre la profesionalidad del departamento de RRHH de su nueva empresa
  4. Si finalmente no acabamos contratando al candidato, es un cliente potencial de nuestra empresa. Nunca podremos asegurar que no comprará productos de nuestra organización, por lo que deberíamos tratarle como el cliente potencial que realmente es.
  5. El candidato que no encaja hoy en una oferta, puede encajar en otra mañana, volviendo así a los puntos 2 y 3.
En RRHH la vocación de servicio se nos presupone de inicio y eso debe notarse desde el primer minuto. Nos hacemos un flaco favor cuando hacemos esperar durante horas a los candidatos innecesariamente, cuando quedamos en dar feedback sobre el proceso y no lo hacemos, cuando tenemos una actitud altiva durante las entrevistas, etc. En cuanto contactamos con un candidato, le estamos dando imagen de marca.

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