Embajadores de marca: ¿nacen o se hacen?

La respuesta a la pregunta del título de este post parece evidente: se hacen. Pero cuando en nuestra empresa detectamos que un empleado es embajador de otra marca, somos capaces de asumir que no lo hemos hecho (sí, sí, nosotros) o le culpamos de todos nuestros males por su irresponsabilidad.

Imaginemos a un empleado de una importante cadena de supermercados. Al salir de su trabajo, de camino para casa, para a hacer la compra en la competencia y llega a casa con bolsas de otra cadena. Su vecino coincide con él en el ascensor y piensa de forma inconsciente "si trabajando allí, viene con bolsas de otro supermercado...".

Mercadona o Zara apenas han invertido en publicidad, sin embargo han conseguido que sus empleados sean embajadores de marca y que ellos sean la mejor publicidad. Pero evidentemente, esto no es gratis. Un embajador de marca es un empleado suele tener un fuerte sentimiento de pertenencia y eso sólo se consigue con un alto nivel de compromiso. Todas las empresas lo piden, pero pocas lo dan realmente. Un trabajador que no está comprometido será como cualquier otro cliente, es decir, infiel. Invertimos grandes cantidades de tiempo y dinero intentando fidelizar clientes y, en ocasiones, nuestros propios equipos no lo son.

Otro problema para conseguir embajadores de marca es la falta de comunicación o marketing interno. Muchos desconocen los buena parte de los productos que comercializa su empresa y sus ventajas con respecto a los de la competencia. Es muy complicado vender si no se muestra la mercancía. Además, la comunicación debe utilizar los mismos canales que demandan los receptores de la información. Ya no sirve un papel con colorines en el tablón de anuncios. Inmediatez, interacción y accesibilidad son imprescindibles para llegar a nuestra gente.

No basta con escandalizarse cuando uno de nuestros empleados trae la fiambrera en una bolsa de la competencia. Esto debe ser motivo de preocupación y de análisis. No basta con pensar que es un inconsciente y que "cuando nuestra empresa cierre no va a venir la otra a darle de comer". Porque a lo mejor sí, tal vez acabe trabajando con ellos. De momento, el hecho de llevar su bolsa ya significa que seguramente le tienen más fidelizado que en su propia empresa.

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