Sobre nuestra Dirección General

Mucho se ha teorizado sobre las posibilidades de una buena gestión de personas, los problemas de gestionarlas de forma incorrecta o no gestionarlas de ninguna manera. Cuando uno lee los artículos de blogs, revistas o escucha a los grandes gurús, tiene la sensación de que todo está en nuestra mano, que somos completamente autónomos para gestionar de la mejor manera posible. La práctica, el día a día, dice que esto no es exactamente así. No todas las políticas de RRHH sirven de la misma manera para todas las compañías. Además, en muchos casos hay un obstáculo casi insalvable: la dirección general de la compañía.

La mayoría de nuestras direcciones están compuestas por personas que se formaron hace mucho tiempo. Poco a poco, las responsabilidades les fueron robando el tiempo para seguir reciclándose y continúan aplicando formas de gestión caducas desde hace mucho tiempo. Ellos han trabajado así durante muchos años y no les ha ido nada mal: cobran una pasta, sienten el respeto jerárquico de la gente sin plantearse que en realidad les tienen miedo y además les queda poco para jubilarse y no quieren complicarse la vida. En ese contexto, hablar de motivación, comunicación, conciliación, compromiso, etc. se hace mucho más complicado de lo que nos cuentan las revistas especializadas y los blogs.


Pocas veces nos cuentan que una de las dificultades más importantes de nuestra labor diaria es conseguir los argumentos que consigan cambiar o flexibilizar los planteamientos de alguien que, además, es el cliente que nos paga directamente.

Implantar cualquier cosa desde RRHH sin el apoyo real de la Dirección puede ser un suicidio profesional y, en el mejor de los casos, una pérdida total de credibilidad en la empresa. Por ello tendremos que invertir mucho tiempo en intentar convencer y vender nuestros proyectos. En algunos casos, esto también es arriesgado, porque algunos directores tienen una extraña habilidad para convertir en propias las ideas de los demás.

Que nos tomen en serio es una cuestión de tiempo, de ganarse la confianza de nuestros interlocutores. Tenacidad, tolerancia a la frustración y constancia son valores que no nos han explicado en ninguna conferencia  porque es políticamente incorrecto, aunque tan real como que, para algunas direcciones, RRHH sigue siendo un mal necesario.

Evidentemente, no es así en todos los casos, pero lo cierto es que debemos admitir que, muchas veces, parece que tenemos al enemigo en casa.

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